venciendo su virtud a mi natura; 102
y nunca aquí donde se baja y sube
por medios naturales, hubo un vuelo
tan raudo que a mis alas se igualase. 105
Así vuelva, lector, a aquel devoto
triunfo por el cual lloro con frecuencia
mis pecados y el pecho me golpeo, 108
puesto y quitado en tanto tú no habrías
del fuego el dedo, en cuanto vi aquel signo
que al Toro sigue y dentro de él estuve. 111
Oh gloriosas estrellas, luz preñada
de gran poder, al cual yo reconozco
todo, cual sea, que mi ingenio debo, 114
nacía y se escondía con vosotras
de la vida mortal el padre, cuando
sentí primero el aire de Toscana; 117
y luego, al otorgarme la merced
de entrar en la alta esfera en que girais,
vuestra misma region me cupo en suerte. 120
Con devoción mi alma ahora os suspira,
para adquirir la fuerza suficiente
en este fuerte paso que la espera. 123
«Ya de la salvación están tan cerca
-me dijo Beatriz-- que deberías
tener los ojos claros y aguzados; 126
por lo tanto, antes que tú más te enelles,
vuelve hacia abajo, y mira cuántos mundos
debajo de tus pies ya he colocado; 129
tal que tu corazón, gozoso cuanto
pueda, ante las legiones se presente
que alegres van por el redondo éter.» 132
Recorrí con la vista aquellas siete
esferas, y este globo vi en tal forma
que su vil apariencia me dio risa; 135
y por mejor el parecer apruebo 136
que lo tiene por menos; y el que piensa
en el otro, de cierto es virtuoso. 138
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